La justicia es uno de los servicios más importantes del Estado. Sin embargo, la mayor parte de estos servicios ha sido suspendido durante el confinamiento a raíz del estado de emergencia provocado por la pandemia. En muchos países de la región, transcurrieron más de 60 días sin servicios judiciales, en nuestro país, República Dominicana, por más de 90 días, en los cuales solo se mantuvieron operativos algunos juzgados, de manera virtual, para atender asuntos penales, adolescentes infractores, violencia intrafamiliar, temas penitenciarios y algunos casos de carácter constitucional (habeas corpus).
La oralidad en los juicios, en esencia, busca juntar a todas las partes afectadas en una sala. En esa audiencia el juez revisa las pruebas, escucha los distintos argumentos y dicta sentencia. Todo esto ocurre rápido y en un contexto de máxima transparencia, ya que cualquier ciudadano interesado tiene la libertad de asistir como público a un juicio.
El COVID-19 ha traído un nuevo reto a los juzgados: es necesario evitar aglomeraciones, sobre todo en ambientes cerrados para reducir los contagios. Las concentraciones de personas en salas de juicio pueden llegar a ser muy grandes. Tan es así que cuando se diseñan edificios para juzgados uno de los aspectos principales a considerar es como hacer posible el flujo de decenas de personas a la misma hora hasta una misma sala.
Tras la declaración de la emergencia por pandemia, muchos países optaron por cerrar los juzgados (salvo excepciones como Panamá), suspender los plazos procesales y los juicios lo cual ha sido desastroso para los imputados a quienes se les debía conocer una medida de coerción o una orden de puesta en libertad.
En la Republica Dominicana nos hemos volcado a lo virtual, aunque de manera muy limitada, pues no todos los profesionales del derecho están actualizados para hacer uso de las diferentes plataformas virtuales de conferencias, tales como: Zoom, Skype, Microsoft Team, entre otras; además de que la conexión a internet suele ser bastante rudimentaria en algunos puntos del país. A pesar de todas estas limitantes, la transparencia en los procesos es bastante alta, puesto que las audiencias se graban para su posterior análisis y cualquier persona que quiera participar como publico recibe un enlace para conectarse, haciendo una solicitud previamente a juez.
Pero no solo en el ámbito procesal ha parado la justicia, también en lo relativo al área corporativa y comercial, en el plano de derecho internacional, tanto público como privado; hemos visto como se han tenido que parar negociaciones, firmas de contratos, arbitrajes, etc., todo ante lo cual ha imperado: La Buena Voluntad, La Póliza de Seguro y quizás lo más importante: La Cláusula de Incumplimiento a Causa de Fuerza mayor.
Tras reabrir las labores administrativas y judiciales en las distintas jurisdicciones como parte de la fase inicial del “Plan de Continuidad de Labores”, a fin de ofrecer servicios y conocer procesos de urgencias de manera virtual, el Poder Judicial ha adoptado una serie de medidas para evitar el contagio del COVID-19.
Entre esas medidas tenemos las siguientes:
1- No permitirán la entrada de menores a las instalaciones de las pendencias, ni en los tribunales, sin embargo, en esta última nunca se permite debido a que la Constitución de la República lo restringe.
2- Los usuarios que deben depositar documentos en una de las dependencias del Poder Judicial, solo se le permitirá acceso, si estos realizaron su cita previa. Además, no se permitirán acompañante a las áreas de servicios, salvo que la persona que solicita la cita sufra alguna discapacidad.
3- La institución limitará el acceso al edificio que aloja la Suprema Corte, sus tribunales, oficinas y el Consejo del Poder Judicial según la disposición de espacio físico que cada edificación posee, de modo para que las personas cumplan con las medidas de distanciamiento y se mantenga a dos metros de distancia.
4- Al momento de entrar a una de las dependencias, a las personas se tomará la temperatura, luego se desinfectarán las manos con alcohol o gel, tiene que está usando su mascarilla, la cual no debe quitársela mientras se encuentren en las instalaciones de la sede y oficinas.
5- En el caso, de que una persona presente temperatura por encima de los 37.5 grados Celsius, y se les impedirán su acceso a las instalaciones.
La gran lección que nos dejará esta pandemia es que lo más importante son las personas. Los despachos deberán preocuparse y ocuparse de sus colaboradores, y construir relaciones más horizontales con TODOS.
El “quédate en casa” que se nos ha impuesto, no solo a la población general, sino también a todos los profesionales de las diferentes áreas, en este caso, el Derecho, y las distintas formas de cuarentena que están impulsando casi todos los países del mundo, han obligado a muchos a incorporar (de manera casi obligatoria) el teletrabajo a sus prácticas laborales.
Esto ha llevado a los despachos a trabajar como hasta hace poco ni imaginaban. Han debido dejar atrás la creencia de que la eficiencia y productividad se mide por las horas que el abogado se quedaba en la oficina.
El teletrabajo pondrá a prueba la eficiencia y la productividad, la rapidez de respuesta, la tecnología o falta de ella, y, lo más importante, los recursos que hoy, entrados en el siglo XXI, ya no son indispensables para el éxito de la firma: las grandes oficinas. Esto parece haber ir quedando atrás.
En un contexto de estrechez económica, como el que se avecina, los abogados deberán ser capaces de poner, de una vez por todas, su práctica a la altura de su imaginación verbal y plantearse grandes retos a sí mismos.
Tres grandes desafíos, a mi juicio, deberán enfrentar los abogados en los próximos años:
1- Poner en el centro al cliente.
Ya no es suficiente vender servicios legales, hoy se debe entregar una mejor experiencia al cliente. La industria legal está obsesionada con la “innovación”, pero no con el resultado: la satisfacción del cliente. Los innovadores exitosos serán aquellos que puedan crear un mejor ajuste del mercado legal entre los servicios que ofrecen y lo que los consumidores quieren.
2- Incorporar tecnología. No se trata de hablar de Legaltech, (In Contact, Time Matters, Sistemas de Facturación, etc.); se trata de invertir en herramientas tecnológicas que permitan hacer del teletrabajo una práctica habitual, prescindir de los espacios físicos, estar más cerca de los clientes, y que se haga más natural la gestión, los procesos, la trazabilidad, el control y los resultados.
Por último, pero no por ello menos importante, la gran lección que nos dejará el COVID-19, es que lo más importante son las personas. Los despachos deberán preocuparse y ocuparse de sus colaboradores, construir relaciones más horizontales, movidas por el trabajo colaborativo, donde los beneficios se repartan en base al trabajo, a los méritos y al esfuerzo.
Es indispensable preocuparse de la salud física y psíquica de los colaboradores, asegurarles una buena calidad de vida, y un espacio de igualdad. Todo esto hará de esta crisis una oportunidad para los abogados, los cuales, sin quererlo y sin buscarlo, en su gran mayoría tendrán que dar la bienvenida a la era digital.
Ojalá que todos salgamos bien de esta, y que en medio de este caos encontremos la oportunidad para avanzar y crecer personal y profesionalmente. Asignar más humanidad y comprensión tanto a los colaboradores como a los clientes.
Saludos,
Lic. Virgilio Santana Ripoll
Santana Ripoll & Asociados.